viernes, 31 de octubre de 2008

Con la mirada cansada

viernes, 31 de octubre de 2008
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Lo he visto todo, he visto los árboles,
he visto las hojas del sauce bailando en la brisa.
He visto a un hombre matar a su mejor amigo,
y vidas que terminaron antes de ser vividas.

He visto lo que fui, y sé lo que seré.
Ya lo he visto todo, ¡no hay nada más que ver!

¡No has visto elefantes, reyes o Perú!
Me alegra decir que tuve mejores cosas que hacer.
¿Qué hay de China? ¿Has visto la Gran Muralla?
¡Todas las murallas son grandes si el techo no se cae!
¿Y el hombre con el que te casarás?
¿La casa que compartireis?
Para ser honesta no me importa, de verdad...

Nunca has ido a las cataratas del Niágara.
He visto el agua, es agua, eso es todo..
¿La torre Eiffel? ¿El Empire State?
¡Mi pulso estaba más alto en mi primera cita!
¿Y la mano de tu nieto jugando con tu pelo?
Para ser honesta no me importa, de verdad...

Lo he visto todo. He visto la oscuridad,
he visto el brillo en una pequeña chispa.
He visto lo que elegí, y he visto lo que necesito,
y con eso me basta, querer más sería avaricia.
He visto lo que soy, y ya sé lo que seré.
Ya lo he visto todo, ¡no hay nada más que ver!

Lo has visto todo, y todo lo que has visto
siempre puedes revisarlo en tu pequeña pantalla.
La luz y la oscuridad, lo grande y lo pequeño.
Sólo tenlo en la mente, no necesitas nada más.
Has visto lo que fuiste, y sabes lo que serás.
Lo has visto todo, ¡no hay nada más que ver!


I've seen it all. Björk

a

Kamikace

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Si sólo tuviera pájaros en la cabeza me iría bastante mejor...

jueves, 30 de octubre de 2008

Las voluntades adulteradas

jueves, 30 de octubre de 2008
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"Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de acero. Un día, a dos limaduras se les ocurrió bruscamente visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que sería esta visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago deseo se transformó en impulso. ¿Por qué no ir hoy?, dijeron algunas, pero otras opinaron que sería mejor esperar hasta el día siguiente. Mientras tanto, sin advertirlo, habían ido acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se diera cuenta de nada. Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuanto más hablaban, más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran las otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que hacía ya tiempo que le debían esa visita. Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose.

Al fin prevalecieron las impacientes, y en un impulso irresistible la comunidad entera gritó:

-Inútil esperar. Iremos hoy. Iremos ahora. Iremos en el acto.

La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrió, porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria."

El imán. Oscar Wilde



Y nosotros pensando que teníamos todo bajo control.. Habrá que meter las ideas en una jaula para que no se nos escapen corriendo detrás de cualquiera...

martes, 28 de octubre de 2008

De amor y casualidad

martes, 28 de octubre de 2008
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Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores, casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo que les paso fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:

- “Bueno, ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.

Se acercó a la mesa y dijo:

- “¿Me permite?”

- “Por supuesto”

Esto sólo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general cuando dices:

- “¿Me permites?”, dicen

-“ ¿De qué?”

A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá que inventar otra historia en la que ella le dice “¿De qué?”, en este caso ella lo invito a él para que se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de que hablar, y:

-“¿Y qué lees?”

Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, y ya mal, empezamos mal, muy mal, por ahí no.

-“Pues bonito día”

Pero enseguida empezaron a profundizar, por que ella dijo:

-“Sí la verdad es que hace un bonito día”

Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó alguna mentira, que si era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde, cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café al habana con coca cola.

Por entonces ya estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían gustos cinematográficos, y por eso fue que él le dijo:

- “Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella:

- “No”

- “Oye, ¿quedamos el fin de semana?”

- “Vale”.

Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que él rompía a llorar en cada escena en la que salía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció, yo quiero pensar que era de verdad.

Resulta que coincidían en más gustos, y también en los musicales, y le dijo:

- “Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”

- “Ismael ¿qué?”

- “Pero a ti, ¿te gustan los cantautores?”

- “Los de verdad me gustan”.

Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando el empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.

Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:

- “Sabes, creo que me tengo que ir durante un tiempo”

- “Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo:

-“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos, y todo lo poco que nos falta para vernos”.

Él dijo que bueno, que vale:

-“Pero que si no te vas casi mejor, ¿no?”.

Pero se fue.

Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era cierto aquello de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.

A los quince días puntualmente llegó la carta de ella, toda llena de besos y de caricias, de te echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa, se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron creo que diez años, quince, no me acuerdo.

Y un día ella, sin saber como ni porqué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el buzón vacío, y el alma partida en dos.

Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro.

Un día él salió de casa, y unos ladrones entraron a robarle. Al ver allí la gran caja fuerte no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debía esconder algún gran tesoro, grandes riquezas o algo similar. Y se llevaron la gran caja fuerte.

Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta que le han robado lo que más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién sabe si falsas.

Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor, declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y llevarla a la guarida no era moco de pavo.

Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de encontrar alguna carta, o a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido sin saber ya qué hacer.

El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer era tirarlas al río o quemarlas, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.

Un día, nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.

Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos, aquellos momentos en los que quizá un día leería la carta en la que ella diría:

-“Pronto estaré allí”.

Cartas de amor. Ismael Serrano

domingo, 26 de octubre de 2008

La vida tiene estas cosas

domingo, 26 de octubre de 2008
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Ojalá pudiera sacerte el corazón del pecho y guardarlo entre formol y miel para que nunca te escueza la vida.

Ojalá pudiera secarte las lágrimas antes de que las derramaras para que no te quemen el color de las mejillas.

Ojalá que no conocieras nunca el significado de la tristeza ni del dolor.

Ojalá pudiera, pero no puedo... la muerte tiene estas cosas.

sábado, 25 de octubre de 2008

Azúcar light

sábado, 25 de octubre de 2008
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“Qué pena recordar a las sirenas cada vez que pasan los bomberos, o la ambulancia, o la policía…”




Qué pena estar rodeado de sucedáneos. Pero es que en los tiempos del café descafeinado vivir de verdad sale demasiado caro. Y nosotros, cual ratas en crisis hemos acabado por cambiar querer por poder, hemos vendido los matices porque hay que soltar lastre para poder formar parte de la vida desnatada.

Y sacados a subasta los despojos de nosotros mismos empezamos a dormir tranquilos porque el alma pesa menos, y la sangre es de mentira. Así que hoy puedes morderme cual vampiro, pero no obtendrás más que sudores vacuos y alas derretidas.

viernes, 24 de octubre de 2008

Carretera y manta

viernes, 24 de octubre de 2008
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Mi corazón como un avión en llamas,
una explosión violenta en la ventana,
breve fulgor que fue tu amor en rama… para los dos.

Desde un rincón, clavando la mirada,
nada feroz, en un reloj de plata.
Todo cambió en un minuto extraño… para los dos.


Antes de que caiga mi avión desengánchame.
Antes de perder el control desenrédame.
Será sólo un momento en un reloj de plata.

Mi corazón, habitación pintada,
una canción que brilla en la mañana.
Doble ración de carretera y manta… para los dos.


Reloj de plata. Quique González

jueves, 23 de octubre de 2008

Freud tendría algo que decir

jueves, 23 de octubre de 2008
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No debo soñar contigo.

En realidad, ni siquiera quiero soñar contigo.

Pero esta siesta te has colado por las rendijas de mi ventana como el aire gélido de agosto, y no he sabido si apagarme yo o quemarte a ti.