domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuando no hay más puntos suspensivos

domingo, 30 de noviembre de 2008
.

...Con lo inexorable que es morirse de algo. Lo bonito que es morirse por algo. Y lo necesario que es morirse por alguien.

Risto Mejide (muy a mi pesar)

sábado, 29 de noviembre de 2008

La niña de los tres maridos

sábado, 29 de noviembre de 2008
.
Si ella podía yo también, jeje.


Un padre tenía una hija muy hermosa, pero terca y decidida. Esto a él no le parecía mal, mas un día se presentaron tres jóvenes, a cual más apuesto, y los tres le pidieron la mano de su hija; el padre, después de que hubo hablado con ellos, dijo que los tres tenían su beneplácito y que, en consecuencia, fuera su hija la que decidiese con cuál de ellos se quería casar.

Conque le preguntó a la niña y ella le contestó que con los tres.

-Hija mía -dijo el buen hombre-, comprende que eso es imposible. Ninguna mujer puede tener tres maridos.

-Pues yo elijo a los tres -contestó la niña tan tranquila.

El padre volvió a insistir:

-Hija mía, ponte en razón y no me des más quebraderos de cabeza. ¿A cuál de ellos quieres que le conceda tu mano?

-Ya te he dicho que a los tres -contestó la niña.

Y no hubo manera de sacarla de ahí.

El padre se quedó dando vueltas en la cabeza al problema, que era un verdadero problema y, a fuerza de pensar, no halló mejor solución que encargar a los tres jóvenes que se fueran por el mundo a buscar una cosa que fuera única en su especie; y aquel que trajese la mejor y la más rara, se casaría con su hija.

Los tres jóvenes se echaron al mundo a buscar y decidieron reunirse un año después a ver qué había encontrado cada uno. Pero por más vueltas que dieron, ninguno acabó de encontrar algo que satisficiera la exigencia del padre, de modo que al cumplirse el año se pusieron en camino hacia el lugar en el que se habían dado cita con las manos vacías.

El primero que llegó se sentó a esperar a los otros dos; y mientras esperaba, se le acercó un viejecillo que le dijo que si quería comprar un espejito.

Era un espejo vulgar y corriente y el joven le contestó que no, que para qué quería él aquel espejo.

Entonces el viejecillo le dijo que el espejo era pequeño y modesto, sí, pero que tenía una virtud, y era que en él se veía a la persona que su dueño deseara ver. El joven hizo una prueba y, al ver que era cierto lo que el viejecillo decía, se lo compró sin rechistar por la cantidad que éste le pidió.

El que llegaba en segundo lugar venía acercándose al lugar de la cita cuando le salió al paso el mismo viejecillo y le preguntó si no querría comprarle una botellita de bálsamo.

-¿Para qué quiero yo un bálsamo -dijo el joven- si en todo el mundo no he encontrado lo que estaba buscando?

Y le dijo el viejecillo:

-Ah, pero es que este bálsamo tiene una virtud, que es la de resucitar a los muertos.

En aquel momento pasaba por allí un entierro y el joven, sin pensárselo dos veces, se fue a la caja que llevaban, echó una gota del bálsamo en la boca del difunto y éste, apenas la tuvo en sus labios, se levantó tan campante, se echó al hombro el ataúd y convidó a todos los que seguían el duelo a una merienda en su casa. Visto lo cual, el joven le compró al viejecillo el bálsamo por la cantidad que éste le pidió.

El tercer pretendiente, entretanto, paseaba meditabundo a la orilla del mar, convencido de que los otros habrían encontrado algo donde él no encontrara nada. Y en esto vio llegar sobre las olas una barca que se llegó hasta la orilla y de la que descendieron numerosas personas. Y la última de esas personas era un viejecillo que se acercó a él y le dijo que si quería comprar aquella barca.

-¿Y para qué quiero yo esa barca -dijo el joven- si está tan vieja que ya sólo ha de valer para hacer leña?

-Pues te equivocas -dijo el viejecillo-, porque esta barca posee una rara virtud y es la de llevar en muy poco tiempo a su dueño y a quienes le acompañen a cualquier lugar del mundo al que deseen ir. Y si no, pregunte a estos pasajeros que han venido conmigo, que hace tan sólo media hora estaban en Roma.

El joven habló con los pasajeros y descubrió que esto era cierto, así que le compró la barca al viejecillo por la cantidad que éste le pidió.

Conque al fin se reunieron los tres en el lugar de la cita, muy satisfechos, y el primero contó que traía un espejo en el que su dueño podía ver a la persona que desease ver; y para probarlo pidió ver a la muchacha de la cual estaban los tres enamorados, pero cuál no sería su sorpresa cuando vieron a la niña muerta y metida en un ataúd.

Entonces dijo el segundo:

-Yo traigo aquí un bálsamo que es capaz de resucitar a los muertos, pero de aquí a que lleguemos ya estará, además de muerta, comida por los gusanos.

Y dijo el tercero:

-Pues yo traigo una barca que en un santiamén nos pondrá en la casa de nuestra amada.

Corrieron los tres a embarcarse y, efectivamente, al poco tiempo echaron pie a tierra muy cerca del pueblo de la niña y fueron en su busca.

Allí estaba ya todo dispuesto para el entierro y el padre, desconsolado, aún no se decidía a cerrar el ataúd y dar la orden de enterrarla.

Entonces llegaron los tres jóvenes y fueron a donde yacía la niña; y se acercó el que tenía el bálsamo y vertió unas gotas en su boca. Y apenas las tuvo sobre sus labios, la niña se levantó feliz y radiante.

Todo el mundo celebró con alborozo la acción del pretendiente y en seguida decidió el padre que éste era el que debería casarse con su hija, pero entonces los otros dos protestaron, y dijo el primero:

-Si no hubiese sido por mi espejo, no hubiéramos sabido del suceso y la niña estaría muerta y enterrada.

Y dijo el de la barca:

-Si no llega a ser por mi barca, ni el espejo ni el bálsamo la hubieran vuelto a la vida.

Conque el padre, con gran disgusto, se quedó de nuevo meditando cuál habría de ser la solución. Y la niña, dirigiéndose a él, le dijo entonces:

-¿Lo ve usted, padre, como me hacían falta los tres?

viernes, 28 de noviembre de 2008

Ecos viejos, ecos nuevos

viernes, 28 de noviembre de 2008
.
Llega tarde el 28 y nerviosa miro el reloj,
la lluvia conmigo empieza un día de pleno sol...




Llueva, nieve o haga sol gritaremos una vez más eso de: ¡Eco, eco, eco, viva San Teleko!

Ahhhh, y que no falte hoy un poco de buena poesía:

Cuenta el libro de Simón
que subido a una antena
vivía un santo varón
con una larga melena
calvo, miope y barrigudo.
El ermitaño desnudo
cumplía su penitencia,
con el rostro enjuto y seco
por devorar tanta ciencia.
Lo llamaban San Teleko
y es verdad, y no leyenda,
aquella historia que cuentan
del Santo del transistor.


jueves, 27 de noviembre de 2008

Problemas de geografía personal

jueves, 27 de noviembre de 2008
.
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.

Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.

Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.

Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.




Cada día me alegro un poco más de haber encontrado aquel librito de García Montero entre las estanterías de un enorme centro comercial.

martes, 25 de noviembre de 2008

Modales fingidos

martes, 25 de noviembre de 2008
.

¡No mires para otro lado! Si no es mucha molestia, claro. Me gusta que me mires cuando te hablo. Aunque sólo tengas para mí un par de ojos ciegos y marchitos.

Hoy tengo que decirte que te has equivocado, que mantener la cabeza alta, no es lo mismo que mantener la dignidad. A ti que te cegó tu propia intolerancia hasta que ya no supiste ver el afecto de quienes te rodeaban. Y ahora ¿con qué lo pagas? Perdona que te diga, pero los bancos no pueden ingresar perdones (no sé si te habrás percatado…). Pero no te preocupes, que ya sé lo que viene ahora. Una vez más te darás la vuelta, te alejarás corriendo y volverás a contar por ahí que la culpa fue de los demás.

Aléjate cuanto quieras, llora, rásgate las vestiduras, finge que eres leal, disfrázate de lo que nadie espera de ti… Haz lo que quieras, porque antes o después la vida te pagará con tu propia moneda y entenderás lo que significan mis palabras.

Qué triste ha de ser despertarse un día y verse los pies y las manos atadas a los malos sentimientos.

En fin… suerte en la vida.

lunes, 24 de noviembre de 2008

A la sombra de un radiador

lunes, 24 de noviembre de 2008
.
Hay días que el frío te cala hasta los huesos, esos en lo que el verano queda tan lejos que apenas recuerdas el tacto del sol en la piel. La piel de gallina y el cuerpo estremeciéndose, buscando mantas bajo las que esconderse a falta de calor humano.

Hay días en los que el viento le arranca a uno las lágrimas que las penas no le hicieron derramar, y entonces el ambiente se llena de muecas de dolor, de suspiros y temblores al ritmo de las monturas de los jinetes del Apocalipsis.

Hay días en los que el invierno hiere como si sostuviera en sus manos miles de puñales apuntando al pecho de los que se negaron a rendirle pleitesía. Amenazador y callado, usurpando el calor de la sangre bombeada por los corazones del verano.

Hay días en los que lo mejor que uno puede hacer es enamorarse de un buen libro y pedirle que se vaya a la cama contigo. Siempre escondidos a la sombra de un radiador…



Se acabó el tiempo de las cerezas, se acerca el invierno.