miércoles, 31 de marzo de 2010

Einmal ist keinmal

miércoles, 31 de marzo de 2010
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“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero, ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?. Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro…”


La insoportable levedad del ser, Milan Kundera




Einmal ist keinmal. Lo que sólo ocurre una vez, es como si no ocurriera nunca. Si el hombre sólo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto.
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domingo, 28 de marzo de 2010

a.m.

domingo, 28 de marzo de 2010
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Perdona si te llamo a horas intempestivas, pero es que las almohadas no me abrazan como tú…
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viernes, 26 de marzo de 2010

Los clavos que no dejaban de arder

viernes, 26 de marzo de 2010
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Siempre que me descubro escuchando como una yonki esa canción de Placebo sé que algo anda mal, que una de esas pequeñas piezas que dejé colocadas en un equilibrio inverosímil acaba de caer y que de repente todo el conjunto empieza a peligrar.

Me siento de nuevo como una funambulista de la emociones, mirando al frente para evitar caer al abismo de las mejillas húmedas y las respiraciones entrecortadas. Me concentro en mantener quietas mis rodillas, en no dejar que se pongan a temblar, en intentar llegar intacta una vez más al final de la cuerda. Pero entonces las nubes de tormenta vuelven a formarse sobre mi cabeza para convertir el trigo en campos de ortigas, la seguridad en dudas pasadas e irreversibles, la estabilidad de mis pasos en ridículos interrogantes que boicotean mi camino.

Y entonces, como un niño asustado sólo puedo meterme entre las sábanas, acurrucarme fuerte, respirar suave, apretarme por dentro para no deshacerme, lavar mis pestañas de alambre. Prometerme que será la última…y esperar a que pase…
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domingo, 21 de marzo de 2010

El día que recordé que te llamabas Zape

domingo, 21 de marzo de 2010
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A veces pasa que te encuentras en mitad de una historia que parecía cerrada para ti y que se presenta una noche de sábado, cual improvisado plan, para darte con la alegría en las narices, para demostrarte cuanto valor tiene mantenerse a flote y nadar ciego hacia cualquier puerto en el que sentarse a charlar.

Y es que cuanto más tiempo pasa más siento que siempre hay algo que salvar en las malas experiencias, que siempre hay un punto positivo que sumar al marcador mientras limpias el polvo de tus rodillas magulladas. Y aunque a veces pasa demasiado tiempo hasta que alguien canta una canción, y ves como la chica del pelo rizado vuelve a sonreír como hace mucho que no lo hacía, es suficiente para saber que todo tiene sentido, que las aguas siempre vuelven a su cauce, frescas, rápidas, perfectas para esos días en los que la primavera vuelve a aflorar en las aceras de Madrid.



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viernes, 12 de marzo de 2010

Healing

viernes, 12 de marzo de 2010
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Me faltan tiritas para curarte el pasado, para venderte un futuro mejor en el que casi no creo ni yo. Me duele y me repara a la vez el hecho de verte desprotegido, mucho más desnudo que cuando te quitas la ropa, mucho más abierto en canal de lo que yo me atrevería a mostrarme jamás.

Me enternece esa entrega, porque las palabras difíciles son las que más cuesta regalar. Y siento envidia de tus frases claras, y quiero partir mis cerrojos, y saltarme mis propias murallas, pero siempre hay realidades que lo impiden, esas otras frases que me saben mucho más amargas, que quieren morir a medio camino entre tu garganta y mis oídos, pero que sobreviven siempre, crueles y directas, cubiertas por el amargo bálsamo de la verdad.

Pero a pesar de eso quiero elevarme con el tono de tu voz y bajar después reptando a tus caderas, enloquecer a las yemas de mis dedos mientras olvidan el pedazo de historia que me niego a admitir como propio. Por eso sigo entrenando a mis pies para que se mantengan pegados al suelo cuando haces que me ponga de puntillas para tocar el cielo de tu boca. Porque hay que admitir que la gravedad después de todo me ha anclado para no despegar, para no ir nunca más allá de las fronteras que trazan las siluetas de tu habitación.

Y sin embargo me repara quedarme enredada a las pompas de jabón que son algunas mañanas de domingo, acostumbrándome a este limbo de días impares, a esta existencia despegada y exquisita, al ambiguo sentimiento de no saber sucumbir más que a lo que dicta cada poro de mi piel.

Después de todo ya hemos aprendido a limpiarnos las heridas con alcohol, a acariciar cicatrices y a calmar la sed de los días fracasados entre salivas tibias. Por eso, cuando me hablas en la oscuridad y la confianza se vuelve algo más sólido que las historias hechas de algodón de azúcar sé que he ganado, que no sé qué, pero que después de los despieces internos y las reconstrucciones aceleradas al fin puedo bordarme una sonrisa de medio lado y quedarme dormida en mi lado de la cama, al menos por un rato…


"But I know from your eyes
and I know from your smile
that tonight will be fine,
will be fine, will be fine,
will be fine for a while..."



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miércoles, 10 de marzo de 2010

El circo de la mariposa

miércoles, 10 de marzo de 2010
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¿Te he dicho ya que el límite sólo está donde tú decidas ponerlo?

Dame unos minutos y te lo demostraré.