jueves, 6 de agosto de 2009

El cuatro y el ocho que sumaron veintitrés

jueves, 6 de agosto de 2009
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Mira tú por donde que este agosto me ha pillado con sobredosis de cafeína y perdida todavía por las calles de Madrid. Desenredado los hilos entre códigos binarios y vasos de agua con cloro. Perdiéndome un poco más en mis propios entresijos, renunciando a la inspiración por no admitir que fue ella quien me dejó a mí.

Será por eso que no escribo, que no te escribo, que no te he sabido contar el peso que tus días tienen en mi calendario, que me he olvidado de decirte que tengo los dedos cansados de contar las horas que quedan para volver a vestirnos la piel con la sal de tus playas, con el sol de mi ciudad.

Y es que no sé si ya he gastado todas las palabras o es que todavía no he encontrado las apropiadas para decirte que eres la brisa que sostiene mi mundo en pie, la sangre que caldea el iglú que es a veces mi pecho, el hombro en el que dejar de llorar, la pieza que siempre encaja, mi medio limón. Por eso aunque llegue tarde quiero que sepas que siempre voy a ser el aire que apague las velas que te queden por encender, el que avive tus hogueras para quitarte el frío cuando agosto sea sólo un recuerdo sudoroso y lejano.
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2 comentarios:

Irene dijo...

Pequeña! Ánimo que ya no queda mucho para que madrid se llene de vida y se vaya el sofocante calor para dar la bienvenida a la luz acompañada de brisa. Un besito muy grande. Si necesitas algo, creo que ya te has aprendido el teléfono ;).

Unknown dijo...

Pues me dejas sin nada que decir salvo que no me prestes los tacones, fijo que te quedan mejor a ti.

Que sigas bien!