domingo, 2 de noviembre de 2008

Capítulo 68

domingo, 2 de noviembre de 2008
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"Apenas el le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar la incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se epejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer una fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumo, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposdos en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se relviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."

Rayuela. Julio Cortázar


Dedicado a los que no vienen aquí en busca de obviedades.

2 comentarios:

Fernando García Redondo dijo...

jejeje, te apuntas a la cena entonces?? no se si será en casa o no, pero tiene que ser ya!
que tal tu finde? mucha fiesta o ha sido tranquilote?

beso

Anónimo dijo...

Ya sabes que yo siempre estoy dispuesta para los variopintos compromisos sociales que me atañen. Espero una fecha. Un besote!