sábado, 6 de diciembre de 2008

Días de trigo y noches de hierbabuena

sábado, 6 de diciembre de 2008
.
-Pero si me domesticas mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan a nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo…

El zorro calló y miró largo tiempo al principito.

-¡Por favor…, domestícame! – dijo.

-Me gustaría, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas – respondió el principito.

-Sólo se conocen las cosas que se domestican –dijo el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca…

Al día siguiente volvió el principito.

-Hubiese sido mejor venir a la misma hora –dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.

-¿Qué es un rito? –dijo el principito.

-Es también algo demasiado olvidado –dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora de las otras horas.

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

-¡Ah!... –dijo el zorro-. Voy a llorar.

-Tuya es la culpa –dijo el principito-. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara…

-Sí –dijo el zorro.

-Entonces, no ganas nada.

-Gano – dijo el zorro-, por el color del trigo…




Para vosotras, por manteneros unidas, por valorar lo que eso supone, por esforzaros en comprender a las demás, por legarnos lo mejor de vuestras aficiones, por compartir el tiempo y no sólo el espacio. Por todas las cosas que anoche me hicieron tener que contener lágrimas de alegría: gracias. ¡Me habéis tocado la patata, chicas!


2 comentarios:

Irene dijo...

te lo mereces, guapa!

Unknown dijo...

Era cierto que se olvida la intensidad con la que lo lees la primera vez.
Las cosas no son nada sin el valor que queremos darles o que nos han hecho darles.
Ya te sabes otro piropo, además elaborado, cuando quieras decir algo muy bonito a alguien basta que le digas: "contigo gano el color del trigo", a lo mejor no sabrá que significa, pero tu sabrás lo que querías decir y si algún día lo descubre le encantará.
Yo por mi parte dudo que olvide que me recordaste la historia del zorro asik es probable que siempre que me acuerde de domesticar me acuerde de ti.
Te has ganado la eternidad xD
Besotes