jueves, 18 de diciembre de 2008

Los desgarros del insomne

jueves, 18 de diciembre de 2008
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Otra noche que veo pasar las cuatro por mi reloj. Buscando el sueño entre los rincones más oscuros de mi habitación, he hallado a cambio tan sólo polvo y otra dosis de impaciencia.

He intentando mantener a raya los remolinos que el insomnio crea en mi cabeza, pero no consigo más que alimentar con leña verde las hogueras que me rodean. Y entre tanto humo, poco fuego y más problemas.

Y es que entre tanta arena que cae de los relojes uno confunde lo propio con lo empático, y acaba por no saber si el dolor es el de su piel lacerada o el del hombro que sangra junto al suyo. Así que hoy mi corazón ha decidido encabritarse por cuatro dolores ajenos, por cuatro punzadas que no puedo curar.

Pero en lugar de huir bajo las mantas y hacer como que puedo dormir a esta cabeza loca sólo se le ha ocurrido vestir las pieles de los animales heridos y sembrar palabras en retazos de papeles que mañana por la mañana acabarán en la basura mientras busco el maquillaje para tapar la ojeras.

Puede que no haya sido suficientemente buena como lazo, que dejara sin amarrar todos los botes a este puerto, pero no me he vuelto sorda, ni ciega, ni desatenta, sigo aquí, al lado de las paredes, esperando que por una vez alguien venga a buscarme a mí, a amarrarme a las cosas que merecen la pena. Esperando para poder dar todo lo que llevo dentro antes de que se derrame entre aviones y desiertos.

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