viernes, 26 de diciembre de 2008

Promesas que no valen nada

viernes, 26 de diciembre de 2008
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Escribí mil promesas en un papel. E incumplí cada una de ellas.

Encauzar los errores viejos. Controlar mis nervios. Dar caza a las bandadas de pájaros que pueblan mi cabeza. Olvidarte. Volverme asequible. Perdonar mejor, que no es lo mismo que perdonar más. Aprender a cocinar. Buscar un nuevo lugar para echar raíces. Tocar con los pies la tierra un poco más a menudo. Doblar alguna vez la rodilla. Desaprender lo que significa egoísta. Dejar de beber. Volver entender la inocencia y no desmembrar la de los demás…

Me prometí tantas cosas que si las hubiera cumplido apenas podría reconocerme. ¿Pero qué queda de nosotros si nos cansamos de intentar ser mejores? ¿Qué pasa cuando te dejas llevar por la rutina decadente? Puede que los buenos propósitos se esfumen como las nieblas matutinas, pero son el motor de nuestros días, la ilusión de cada principio de año. Así que una vez más llenaré las páginas de bonitas mentiras que, por supuesto, esta vez pienso cumplir.




3 comentarios:

La perpetua lucha. dijo...

Que típico!!me recuerdas tanto a mi...pero falta una que siempre me propongo...acercarse más a la gente y sobre todo a la familia...poco a poco se irán consiguiendo...
Beses!

Rebeca dijo...

Tu nick no puede ser más apropiado entonces. Será que somos la perpetua lucha entre el punto donde estamos y aquel en el que queremos estar...

¡Un saludo!

Fernando García Redondo dijo...

ya has vuelto a la carga en mi blog :P