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“Qué pena recordar a las sirenas cada vez que pasan los bomberos, o la ambulancia, o la policía…”
Qué pena estar rodeado de sucedáneos. Pero es que en los tiempos del café descafeinado vivir de verdad sale demasiado caro. Y nosotros, cual ratas en crisis hemos acabado por cambiar querer por poder, hemos vendido los matices porque hay que soltar lastre para poder formar parte de la vida desnatada.
Y sacados a subasta los despojos de nosotros mismos empezamos a dormir tranquilos porque el alma pesa menos, y la sangre es de mentira. Así que hoy puedes morderme cual vampiro, pero no obtendrás más que sudores vacuos y alas derretidas.
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